La Interconexión de Todas las Cosas
- Guillermina Faust Pinsolle
- 29 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 13 jun
Un poema sobre la Unidad y algunas reflexiones
Estoy sentada frente a unas tumbas.
Por las ramas, saltan monos.
Nadie destaca por su presencia.
En este instante, todos somos
una porción de la vida misma.
Ellos me miran y yo los miro.
Los muertos duermen en silencio.
Nadie destaca por su presencia.
Nadie es objeto de otro.
En este instante, todos somos
parte de un mismo latido silencioso.
Una reflexión
Un ser humano es solo una parte de un todo que llamamos universo.
Su paso por él es breve: milésimas de segundo en los años luz de existencia del cosmos.
Pero nuestra mente tiende a separarnos de todo, como si habitáramos un universo individual, donde todo lo que pensamos, sentimos o vemos es “yo” y es “mío”.
Desde este error en la percepción
empezamos a construir la cárcel mental de la separación,
alimentada por posesiones —no solo materiales—
que llamamos “mis” (mis ideas, mis emociones, mi historia, mi yo…).
¿El resultado?
El ego invisible se fortalece en su ilusión de tener cosas propias. Y se solidifica la imagen del “yo”.
Pero cuando logramos apagar esa voz internaque narra todo lo que hacemos, pensamos y sentimos,
cuando nos entregamos a una atención profunda y relajada, podemos ver otra cosa:
La separación no es real.
La realidad aparece sin fragmentos.
Esto no significa que todo es igual. Significa que todo es no-diferente: hecho de lo mismo, impulsado por lo mismo, bañado por el mismo pulso invisible.
El árbol, los monos, tus manos, tus ojos…no están separados. No son iguales, pero son no-diferentes.
"Nadie destaca por su presencia y nadie es objeto de otro”
Sin la mente que piensa “yo veo”, no hay un “yo” que posea, ni un “otro” que sea objeto.
El mono ve, el árbol siente, la tumba, vos contemplás.
Sin pensamiento, no hay división.
Todo coexiste en una danza silenciosa,sin roles, sin posesiones,solo siendo.
En ese instante, lo que parecía separado revela su verdadera naturaleza: una interconexión sin fronteras,
donde nadie destaca,y todos —al mismo tiempo—
completan la escena.




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